28 agosto 2006

El vuelo del Alcatraz Atlántico

Alcatraz Atlántico (Morus bassanus)





Es impresionante, el control en el aire, la fuerza con la que se internan en el agua, la belleza de estos animales. Algo precioso...

Saludos

23 agosto 2006

La evolución como hecho y como teoría

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S. J. Gould

"Kirtley Mather, quien murió en 1980 a los noventa años, fue un pilar tanto de la Ciencia como de la religión cristiana en los Estados Unidos y uno de mis amigos más queridos. La diferencia de casi medio siglo entre nuestras edades evaporó anteriormente nuestros intereses comunes. La cuestión más curiosa que compartimos, fue una batalla que cada uno luchó a la misma edad. Por Kirtley había ido a Tennessee con Clarence Darrow para testificar a favor de la evolución en los juicios de Scopes de 1925. Cuando pienso que estamos entrampados nuevamente en la misma lucha por una de los conceptos más documentados, más convincentes y excitantes de toda la Ciencia, no sé si reír o llorar.

De acuerdo a los principios idealizados del discurso científico, el despertar de tópicos aletargados debería reflejar datos frescos que dan una vida renovada a las nociones abandonadas. Aquellos que están fuera del debate actual podrían por consiguiente ser excusados por sospechar que los creacionistas han traído a colación algo nuevo, o que los evolucionistas han generado algún problema interno muy serio. Darrow y Bryan fueron al menos más entretenidos que nosotros, antagonistas menores de hoy. El ascenso del creacionismo es política, simple y llanamente; representa un punto (y de ninguna manera el más preocupante) del derecho evangélico resurgente. Los argumentos que parecieron locos hace sólo una década, han vuelto a entrar a la corriente del pensamiento actual. El ataque básico de los creacionistas modernos se divide en dos puntos generales antes incluso que nosotros alcancemos los supuestos detalles reales de su asalto contra la evolución. Primero, ellos juegan sobre el malentendido vernáculo de la palabra “teoría” para llevar a la falsa impresión que nosotros los evolucionistas estamos encubriendo el centro podrido de nuestro edificio. Segundo, ellos abusan de una filosofía de la ciencia muy popular para argumentar que ellos se comportan científicamente a la hora de atacar a la evolución. Sin embargo, la misma filosofía demuestra que su propia fe no es ciencia, y que el “creacionismo científico” es una frase sin sentido y auto-contradictoria, un ejemplo de lo que Orwell llamó “neolengua” o forma de expresión formal que sirve para fines políticos.
En la jerga estadounidense1, “teoría” frecuentemente significa “hecho imperfecto” –parte de una jerarquía de certidumbre que corre cuesta abajo desde hecho a teoría, hipótesis y suposición. De esta manera los creacionistas pueden (y lo hacen) argumentar: la evolución es “solamente” una teoría, y el debate intenso ahora se ensaña contra muchos aspectos de la teoría. Si la evolución es menos que un hecho, y los científicos no pueden ni siquiera decidirse acerca de la teoría, ¿entonces qué confianza podemos nosotros tener en ella? Ciertamente, el presidente Reagan hizo eco de este argumento ante un grupo evangélico en Dallas cuando dijo (en lo que yo devotamente creo que fue retórica política): “Bueno, es una teoría. Es solamente una teoría científica, y en los años recientes ha sido cuestionada en el mundo de la ciencia –es decir, no se cree dentro de la comunidad científica que sea tan infalible como alguna vez lo fue.”
Bueno, la evolución es una teoría. Es también un hecho. Y los hechos y las teorías son cosas diferentes, no son peldaños en una jerarquía de certeza creciente. Los hechos son los datos del mundo. Las teorías son las estructuras de ideas que explican e interpretan los hechos. Los hechos no se esfuman cuando los científicos debaten teorías rivales para explicarlos. La teoría de la gravedad de Einstein reemplazó la de Newton, pero las manzanas no quedaron suspendidas a medio caer, esperando el resultado. Y los humanos evolucionaron de ancestros simiescos tanto si lo hicieron a través del mecanismo propuesto por Darwin o por algún otro, todavía no descubierto.



Por otra parte, “hecho” no significa “certeza absoluta”. Las pruebas finales de la lógica y las matemáticas fluyen deductivamente de premisas indicadas y logran certeza sólo porque no tratan acerca del mundo empírico. Los evolucionistas no hacen afirmaciones de verdades absolutas, aunque los creacionistas frecuentemente lo hacen (y luego nos atacan por un estilo de argumento que ellos mismos propician). En la Ciencia, un “hecho” sólo puede significar “confirmado a tal grado que sería perverso detener su aceptación provisional”. Yo supongo que las manzanas podrían comenzar a elevarse mañana, pero la posibilidad no merece igual tiempo en los salones de clases de física.


Los evolucionistas han sido claros acerca de la distinción entre hecho y teoría desde el inicio, si solamente porque hemos siempre reconocido cuan lejos estamos de entender completamente los mecanismos (teoría) por los cuales la evolución (hecho) ocurrió. Darwin continuamente enfatizó la diferencia entre sus dos grandes y separados logros: establecer el hecho de la evolución, y proponer una teoría –la selección natural- para explicar el mecanismo de la evolución. Él escribió en La Descendencia del Hombre: “Yo tengo dos objetivos distintos en vista: primeramente, mostrar que las especies no han sido creadas aisladamente, y segundo, que la selección natural ha sido el agente principal de cambio… Por lo tanto, si he errado en… haber exagerado el poder [de la selección natural]… Yo he al menos, eso espero, hecho un buen servicio en ayudar a derrocar el dogma de las creaciones separadas.”
De este modo Darwin reconoció la naturaleza provisional de la selección natural mientras afirmaba el hecho de la evolución. El fructífero debate teórico que Darwin inició nunca ha cesado. Desde los 40’s hasta los 60’s, la misma teoría de la evolución de Darwin alcanzó una hegemonía temporal que él nunca disfrutó en su vida. Pero el debate renovado caracteriza nuestra década, y mientras que ningún biólogo cuestiona la importancia de la selección natural, muchos dudan de su omnipresencia. En particular, muchos evolucionistas alegan que cantidades sustanciales de cambios genéticos podrían no estar sujetas a la selección natural y podrían diseminarse a través de las poblaciones al azar. Otros están cuestionando el lazo de la selección natural de Darwin con el cambio gradual e imperceptible a través de todos los grados intermedios; ellos argumentan que los eventos más evolutivos podrían ocurrir mucho más rápido de lo que Darwin imaginó.

Los científicos consideran los debates sobre los tópicos fundamentales de la teoría como una señal de salud intelectual y fuente de excitación. La Ciencia es –¿y cómo más puedo decirlo?– más divertida cuando juega con ideas interesantes, examina sus implicaciones, y reconoce que la información antigua podría ser explicada en sorprendentes formas nuevas. La teoría evolutiva está disfrutando ahora este vigor inusual. Pero en medio de todo este revuelo, ningún biólogo ha sido llevado a dudar del hecho que la evolución ocurre; nosotros estamos debatiendo como pasa. Todos estamos tratando de explicar la misma cosa: el árbol de la descendencia evolutiva concatenando a todos los organismos por lazos de genealogía. Los creacionistas pervierten y caricaturizan este debate a través del olvido consciente de la convicción común que yace bajo él, y sugieren hipócritamente que los evolucionistas ahora dudamos del propio fenómeno que afanosamente tratamos de entender.


En segundo lugar, los creacionistas claman que “el dogma de las creaciones separadas” tal como Darwin lo caracterizó hace un siglo, es una teoría científica que merece igual tiempo que la Evolución en el programa de estudio de biología de la escuela secundaria. Pero un punto de vista popular entre los filósofos de la ciencia desmiente este argumento creacionista. El filósofo Karl Popper ha argumentado por décadas que el estándar contra el cual la ciencia es medida, es la falsabilidad de sus teorías. Nosotros nunca podemos probar absolutamente, pero podemos falsar. Un conjunto de ideas que no puede, en un principio, ser falsado, no es ciencia .
Todo el programa creacionista incluye poco más que un intento retórico para falsar la evolución presentando supuestas contradicciones entres sus partidarios. Su modo de creacionismo, dicen ellos, es “científico” pues sigue el modelo Popperiano al tratar de demoler la Evolución. Sin embargo, el modelo Popperiano debe aplicarse en ambas direcciones. Uno no se vuelve un científico simplemente tratando de falsar un sistema rival y verdaderamente científico; uno tiene que presentar un sistema alternativo que también satisfaga el criterio Popperiano –que también debe ser falsable en un principio.


“Creacionismo científico” es una frase autocontradictoria y sin sentido precisamente porque no puede ser falsada. Yo puedo imaginar observaciones y experimentos que refutarían cualquier teoría evolutiva que conozca, pero no puedo imaginar que datos potenciales podrían llevar a los creacionistas a abandonar sus convicciones. Los sistemas imbatibles son dogmas, no ciencia. A fin de no parecer áspero o retórico, cito al líder intelectual del creacionismo, Duane Gish, Ph.D. en su reciente libro (1978), ¿Evolución? ¡Los Fósiles Dicen No! “Por creación entendemos el traer a la existencia por medio de un Creador supernatural, creador de las clases básicas de plantas y animales por un proceso repentino, o que haya él creado. No sabemos como creó el Creador, o qué proceso usó, porque Él usó procesos que no están operando ahora en ninguna parte del Universo natural [Cursivas de Gish]. Es por esto que nos referimos a la creación como una “creación especial”. No podemos descubrir a través de investigaciones científicas nada acerca de los procesos creativos usados por el "Creador”. Le pedimos fervientemente, Dr. Gish, bajo la luz de su última oración, ¿Qué es entonces el creacionismo científico?
Nuestra confianza en que la evolución ocurrió se centra en tres argumentos generales. Primero, tenemos abundante, directa y observable evidencia de la evolución en acción, tanto del campo como del laboratorio. Esta evidencia abarca desde incontables experimentos de cambio en casi todo acerca de las moscas de la fruta sujetas a selección artificial en el laboratorio, hasta las poblaciones famosas de polillas Británicas que se volvieron negras cuando el hollín industrial oscureció los árboles sobre los cuales las polillas descansaban. (Las polillas ganan protección de los pájaros depredadores de vista aguda, mimetizándose con el entorno). Los creacionistas no niegan estas observaciones; ¿Cómo podrían hacerlo? Los creacionistas han afinado su acto. Ahora argumentan que Dios sólo creó “clases básicas”, y permitió un limitado serpenteado evolutivo entre ellos. De tal manera que los caniches y los Gran Daneses vienen del la misma clase de perro y las polillas pueden cambian de color, pero la naturaleza no puede convertir un perro en un gato o un mono en un hombre.


El segundo y tercer argumentos para la evolución –el estuche para los cambios superiores –no envuelven observación directa de la evolución en acción. Ellos descansan sobre la inferencia, pero no son menos seguros por tal razón. Los cambios evolutivos mayores requieren demasiado tiempo para la observación directa en la escala de la historia humana registrada. Todas las ciencias históricas se basan en la inferencia, y la evolución no es diferente de la geología, la cosmología, o la historia humana en este respecto. En principio, no podemos observar procesos que operaron en el pasado. Debemos inferirlos de los resultados que todavía nos rodean: organismos vivos y fósiles para la evolución, documentos y artefactos para la historia humana, estratos y topografía para la geología.


El segundo argumento –que la imperfección de la naturaleza revela evolución –golpea a mucha gente por su ironía, porque ellos sienten que la evolución debería ser más elegantemente desplegada en la casi perfecta adaptación expresada por algunos organismos – la comba de un ala de gaviota, o mariposas que no pueden ser vistas en los pisos de los bosques porque imitan a las hojas con tanta precisión. Pero la perfección pudo ser impuesta por un creador sabio o haber evolucionado por selección natural. La perfección cubre las huellas de la historia pasada. Y la historia pasada –la evidencia de la descendencia –es la marca de la evolución.
La evolución yace expuesta en las imperfecciones que graba la historia de la descendencia. ¿Por qué una rata correría, un murciélago volaría, una marsopa nadaría, y yo digitaría este ensayo con estructuras construidas de los mismos huesos, si no es porque todos las heredamos de un ancestro común?. Un ingeniero, comenzando de cero, pudo diseñar mejores extremidades cada vez. ¿Por qué serían marsupiales todos los grandes mamíferos nativos de Australia, a menos que hayan descendido de un ancestro común aislado en esta isla continente?. Los marsupiales no son “mejores” o idealmente convenientes para Australia; mucho han sido barridos por mamíferos placentarios importados por el hombre desde otros continentes. Este principio de imperfección se extiende a todas las ciencias históricas. Cuando nosotros reconocemos la etimología de Septiembre, Octubre, Noviembre y Diciembre (siete, ocho, nueve y diez), sabemos que el año alguna vez comenzó en Marzo, o que dos meses adicionales deben haber sido añadidos a un calendario original de diez meses.

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Charles Darwin

El tercer argumento es más directo: las transiciones son frecuentemente encontradas en el registro fósil. Las transiciones preservadas no son comunes –y no debieran ser, de acuerdo con nuestro entendimiento de la evolución (ver la otra sección) pero no son completamente ausentes, como los creacionistas frecuentemente argumentan. El maxilar inferior de los reptiles contiene algunos huesos, que en los mamíferos sólo son uno. Los maxilares de los no-mamíferos están reducidos, gradualmente, en los ancestros mamíferos hasta volverse como pequeñas mazorcas localizadas en la parte de atrás de la mandíbula. Los huesos “martillo” y “yunque” del oído mamífero son descendientes de estos “granos”. ¿Cómo pudo llevarse a cabo tal transición? Se preguntan los creacionistas. Seguramente un hueso está completamente o en el maxilar o en el oído. Sin embargo, los paleontólogos han descubierto dos linajes transitorios de terápsidos (los llamados reptiles semimamíferos) con una coyuntura de mandíbula doble –una compuesta de los viejos huesos cuadratín y articular (que pronto se vuelven el martillo y el yunque), la otra compuesta de los huesos escamoso y dentario (como en los mamíferos modernos). Para este caso, ¿Qué mejor forma transitoria pudimos esperar encontrar que el humano más viejo, el Australopithecus afarensis, con su paladar simiesco, su postura humana erguida, y una capacidad craneal mayor que cualquier simio con el mismo tamaño corporal (pero de 1,000 centímetros cúbicos), debajo nosotros? Si Dios hizo cada una de la media docena de especies humanas descubiertas en las rocas antiguas, ¿Por qué él creó una secuencia temporal continua de rasgos progresivamente más modernos –incremento en la capacidad craneal, huesos y cara reducida, tamaño de cuerpo más acomodado? ¿Acaso creó imitando la evolución y probar así nuestra fe?
Encarados con estos hechos de la evolución y de la ruina filosófica de su propia posición, los creacionistas dependen de distorsiones e indirectas para respaldar sus afirmaciones retóricas. Si sueno rudo o agrio, ciertamente lo soy –ya que me he vuelto uno de los blancos predilectos de estas prácticas.


Me cuento a mí mismo entre los evolucionistas que argumento un ritmo de cambio espasmódico o incidental, que uno paulatinamente llano. En 1972 mi colega Niles Eldredge y yo desarrollamos la teoría del equilibrio puntuado. Argumentamos que dos hechos sobresalientes del registro fósil –el origen geológicamente “repentino” de nuevas especies y la irregularidad para cambiar después (balance) –reflejan las predicciones de la teoría evolutiva, no las imperfecciones del registro fósil. En la mayoría de las teorías, pequeñas poblaciones aisladas son la fuente de nuevas especies, y los procesos de evolución de las especies toman miles o decenas de miles de años. Esta cantidad de tiempo, tan grande cuando lo medimos contra nuestras vidas, es un microsegundo geológico. Representa mucho menos que el uno por ciento del promedio de vida de un fósil de especies invertebradas –más de diez millones de años. Las grandes, extensas, y bien establecidas especies, por otra parte, no se espera que cambien mucho. Creemos que la inercia de las poblaciones grandes explica el balance de las especies fósiles a través de millones de años.


Propusimos la teoría del equilibrio puntuado en gran parte para proveer una explicación diferente para las tendencias difundidas en el registro fósil. Las tendencias, argumentamos, no pueden ser atribuidas a la transformación gradual dentro de los linajes, sino que deben surgir de los diferentes éxitos de ciertas clases de especies. Una tendencia, argumentamos, es más como subir una escalinata (puntuado y balance) que subir una rampa inclinada.
Desde que propusimos el equilibrio puntuado para explicar las tendencias, es indignante ser citado una y otra vez por los creacionistas –tanto a propósito o estúpidamente, no lo sé –como admitiendo que el registro fósil no incluye formas transitorias. Las formas transitorias son generalmente ausentes al nivel de las especies, pero son abundantes entre grupos más grandes. No obstante, un panfleto titulado “Científicos de Harvard aceptan que la evolución es un fraude” dice: “Los hechos del equilibrio puntuado que Gould y Eldredge… están forzando a los darwinistas a tragarse la imagen en la que insiste Bryan, y que Dios nos ha revelado en la Biblia”.
Continuando la distorsión, algunos creacionistas han igualado la teoría del equilibrio puntuado con la caricatura de las convicciones de Richard Goldschmidt, uno de los primeros grandes genetistas. Goldschmidt argumentó, en un libro famoso publicado en 1940, que grupos nuevos pueden surgir todos a la vez gracias a mutaciones mayores. El se refirió a estas criaturas transformadas repentinamente como “monstruos esperanzadores” (Me siento atraído a algunos aspectos de la versión no caricaturizada, pero la teoría de Goldschmidt todavía no tiene nada que ver con el equilibrio puntuado). El creacionista Luther Sunderland habla de la “teoría del monstruo esperanzador de equilibrio puntuado” y le dice a sus esperanzadores lectores que “equivale a la admisión tácita de que los anti-evolucionistas están en lo correcto al sostener que no hay evidencia fósil respaldando la teoría de que toda la vida está conectada a un ancestro común”. Duane Gish escribe “De acuerdo a Goldschmidt, y ahora aparentemente de acuerdo a Gould, un reptil puso un huevo del cual el primer pájaro, con plumas y todo, fue producido”. Cualquier evolucionista que creyese tal sinsentido sería justamente ridiculizado en el ámbito intelectual; no obstante que la única teoría que alguna vez pudo imaginar tal escenario para el origen de los pájaros es el creacionismo –con Dios actuando en el huevo.


Yo estoy tanto enojado con y divertido por los creacionistas, pero principalmente estoy profundamente triste. Triste por muchas razones. Triste porque demasiada gente que responde a las apelaciones creacionistas, están preocupados con justa razón, pero descargando su rabia hacia el blanco incorrecto. Es verdad que los científicos han sido frecuentemente dogmáticos y elitistas. Es verdad que frecuentemente hemos permitido la imagen en gabacha blanca para representarnos –“Los científicos dicen que la marca X cura los juanetes diez veces más rápido que…”. No hemos peleado adecuadamente porque sacamos beneficios de aparecer como un nuevo clero. También es verdad que el poder estatal anónimo y burocrático invade más y más nuestras vidas y remueve las opciones que deberían permanecer a los individuos y a las comunidades. Yo puedo entender que el currículo escolar, impuesto desde arriba y sin fuerza local, podría ser visto como un insulto más en todas estas tierras. Pero la culpable no es, ni puede ser, la evolución o cualquier otro hecho del mundo natural. Identifica y combate a nuestros enemigos legítimos a toda costa, pero nosotros no estamos entre ellos.

Estoy triste porque el resultado práctico de este desorden no será expandir la cobertura para incluir el creacionismo, sino que la reducción o escisión de la evolución de nuestros currículos de la escuela secundaria. La Evolución es una de la media docena de “grandes ideas” desarrolladas por la Ciencia. Trata de los temas profundos de la genealogía que nos fascinan a todos –el fenómeno de las “raíces” escrito en mayúsculas. ¿De dónde venimos?, ¿De dónde surgió la vida?, ¿Cómo se desarrolló?, ¿Cómo están relacionados los organismos?. Nos fuerza a pensar, a ponderar y a maravillarnos. ¿Privaremos a millones de este conocimiento y una vez más enseñaremos biología como un conjunto de hechos áridos e inconexos, sin la hebra que une el material diverso en una sola unidad flexible?
Pero sobre todo estoy entristecido por una tendencia que apenas estoy comenzando a discernir entre mis colegas. Siento que algunos ahora desean enmudecer el debate saludable acerca de la teoría que ha traído nueva vida a la biología evolutiva. Provee maíz para los molinos creacionistas, dicen ellos, aún si es solamente para distorsionar. Quizás deberíamos no asomar la cabeza y congregarnos alrededor de la bandera del darwinismo estricto, al menos por el momento –una clase de religión de los viejos tiempos por nuestra parte. Pero debiéramos prestar otra metáfora y reconocer que nosotros también tenemos que andar un camino recto y angosto, rodeado por caminos hacia la perdición. Porque si alguna vez comenzamos a suprimir nuestra búsqueda por entender la naturaleza, a aplacar nuestro entusiasmo intelectual en un esfuerzo equivocado por presentar un frente unido donde no existe ni debiera de existir, entonces estamos realmente perdidos. "


[ Stephen Jay Gould, "Evolution as Fact and Theory," May 1981; from Hen's Teeth and Horse's Toes, New York: W. W. Norton & Company, 1994, pp. 253-262. ]

15 agosto 2006

Comercio ilegal de especies



El comercio ilegal de especies consiste en la exportación, reexportación, importación o introducción de un animal o planta, vivo o muerto, así como cualquier parte o derivado del mismo de manera fraudulenta. Este tráfico de flora y fauna se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos, sólo superado por el de armas y el de drogas, con los que muchas veces está relacionado: da más de 200.000 millones de dólares anuales de beneficio.
En cuanto a especimenes, podemos hablar de 230.000 primates,15 millones de pieles de mamíferos, más de 1 millón de aves, casi 4 millones de reptiles, 250 millones de ranas, 350 millones de peces tropicales, 9 millones de orquídeas, 7 millones de cactus, 2 toneladas de coral, unas 700 especies a punto de extinguirse,... y todo ello en un solo año.
A nivel nacional, España ocupa un lugar privilegiado por su disposición geográfica. Ha sido utilizada como punto de enlace hacia Centro Europa, Inglaterra y Países Bajos desde África ecuatorial y Latinoamérica; y hacia EEUU desde el sudeste asiático. Por la Península Ibérica pasa más del 30% del comercio ilegal de animales y plantas protegidos en el mundo y más del 50% de éste ocurre sin ser detectado; todo ello representa un volumen económico cercano a los 1000 millones de euros sólo en España.
Los países exportadores se concentran principalmente en los trópicos y en el ecuador: Íbero-América, África y Asia Oriental. En cambio la demanda procede principalmente de la Unión Europea, Canadá, Estados Unidos, Japón y China.
Para satisfacerla se acude tanto al comercio legal como al ilegal, y los destinos de los especimenes es diverso:
- Mascotas exóticas.
- Artículos de cuero y piel.
- Artículos manufacturados derivados.
- Medicinas naturales y superstición.
- Zoológicos, acuarios y circos.
- Centros de investigación.

Hay que tener en cuenta que sólo el 10% de los especimenes capturados sobreviven a la manipulación, hacinamiento, transporte y condiciones higiénicas para hacerse una idea del volumen de especimenes del que estamos hablando.
Existe una oferta legal regulada por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), a través de la cual se regula el comercio de determinadas especies con ciertos controles, y mediante un sistema de concesión de licencias. Pero hay una demanda que origina el tráfico de especies, con mucha más gente implicada y un mayor volumen de dinero. La CITES es un acuerdo internacional concertado entre los gobiernos. Tiene por finalidad velar por que el comercio internacional de especimenes de animales y plantas silvestres no constituya una amenaza para su supervivencia.
Las especies amparadas por la CITES están incluidas en tres apéndices, según el grado de protección que necesiten:

-Apéndice I: se incluyen todas las especies en peligro de extinción. El comercio de especimenes de estas especies se autoriza solamente bajo circunstancias excepcionales.

-Apéndice II: se incluyen especies que no se encuentran necesariamente en peligro de extinción, pero cuyo comercio debe controlarse a fin de evitar una utilización incompatible con su supervivencia.

-Apéndice III: se incluyen especies que están protegidas al menos en un país, el cual ha solicitado la asistencia de otras Partes en la CITES para controlar su comercio.

La CITES incluye en sus apéndices algunos grupos enteros como son primates, cetáceos, tortugas marinas, loros, corales, cactus y orquídeas.

Unos cuantos casos concretos:



-Rinocerontes: Ningún otro animal ha sido tan gravemente afectado por el comercio como los rinocerontes. Durante los últimos 20 años, según datos del WWF, la población mundial de rinoceronte ha disminuido en un 85 %, quedando actualmente poco más de 10.000. Existen cinco especies distintas, dos africanas (rinoceronte negro, Diceros bicornis, y rinoceronte blanco, Ceratotherium simum) y tres asiáticas (rinoceronte indio, Rhinoceros unicornis, rinoceronte de Sumatra, Dicerorhinus sumatrensis, y el de Java, Rhinoceros sondaicus). Todas se encuentra en peligro de extinción, aunque son el indio (con unos 1.700 ejemplares), el de Sumatra (con 660) y el de Java (con apenas medio centenar de ejemplares) los condenados a una extinción inmediata, casi segura, a no ser que se tomen medidas urgentes tendentes a su conservación. Son, sin embargo, los 4.000 rinocerontes blancos y los 4.000 negros los que están sometidos actualmente a una mayor presión. Durante muchos siglos, los cuernos de rinoceronte han sido transformados por los chinos en objetos decorativos como copas de ceremonia o platos. Sin embargo, a partir de los años 70 se ha observado un aumento en la demanda de cuerno de rinoceronte, al que varias naciones asiáticas atribuyen propiedades medicinales y afrodisíacas. También se utiliza para realizar las empuñaduras de las tradicionales dagas de Yemen, vendidas a precios millonarios a los turistas. En tan sólo ocho años, este país importó más de 22.000 kilos de cuernos con este propósito. El 95 % de los cuernos de rinoceronte con los que se trafica procede de las especies africanas, tráfico que va disminuyendo por una lado debido al mayor control existente pero, por otro, a la cada vez mayor escasez de estas especies.



-Elefantes: El elefante africano, Loxodonta africana, ha visto reducida su población a la mitad en tan sólo diez años. La causa: el codiciado marfil de sus colmillos, con los que se realizan multitud de objetos decorativos vendidos a elevados precios. Aunque teóricamente los 650.000 elefantes existentes en la actualidad pueden garantizar una estabilidad poblacional, el rápido descenso ha forzado la inclusión del elefante africano en el Apéndice I del CITES, prohibiéndose así el comercio de marfil desde 1989. La especie india, Elephas indicus, en peor estado de conservación, está protegida desde hace más tiempo y no se ha visto sometida a la implacable persecución de la africana. Según informes del WWF, en los años 50 se exportaron desde África unas 200 toneladas de marfil, cifra que se elevó a 900 a finales de los 70. En los siguientes 20 años se ha mantenido una media de entre 600 y 900 toneladas, pero a costa de matar más individuos, ya que al desaparecer los grandes machos (principales objetivos de los furtivos), de mayores colmillos, hay que matar un mayor número de animales para obtener el mismo tonelaje de marfil. Por ejemplo, para obtener una tonelada de marfil en 1979 se mataron 54 animales adultos, mientras que esa misma tonelada en 1987 costó la vida de 113 elefantes y de otros 55 jóvenes que murieron huérfanos, al desaparecer los esenciales cuidados parentales. Aunque la prohibición de comerciar con marfil es sin duda uno de los pasos más importantes para asegurar la conservación del elefante africano, es necesario potenciar otras medidas urgentes de tipo económico con el fin de evitar que los países con poblaciones de elefantes quieran volver a abrir este comercio.



-Rorcual aliblanco(Balaenoptera acutorostrata) y el Rorcual tropical(Balaenoptera edeni): A pesar de estar incluidas actualmente en el Apéndice I, se siguen descubriendo derivados ilegales de ballena en los mercados comerciales de Japón y Corea del Sur. La carne de la ballena gris del Pacífico occidental, probablemente la población de ballenas más amenazada de todo el mundo, se encuentra en venta en Japón. Las ballenas son muy vulnerables a la sobreexplotación debido a su lenta reproducción, lo que ha llevado a una reducción sin precedentes de sus poblaciones. Teniendo en cuenta esto, las especies incluidas en el Apéndice I de la CITES deben mantenerse en él, a pesar de que Japón ha propuesto relegarlas a un apéndice de protección menor.

Consecuencias del tráfico

Pérdida de biodiversidad y extinción de especies.
La sobreexplotación y la pérdida del hábitat llevan a la extinción a muchas especies. Si añadimos que el 90% de los especimenes capturados mueren antes de llegar a su destino, podemos hacernos una idea del volumen de captura del q estamos hablando. En muchos casos se trata de especies escasas y endémicas, lo que las hace mucho mas sensibles a la extinción.

Alteración de las relaciones ínter-específicas tanto en los hábitat de origen como en los de destino.
La desaparición de estas especies deja un vacío en el lugar de origen muchas veces irremplazable, pero también puede provocar alteraciones en los lugares de destino. De forma que la introducción de especies exóticas en determinados ambientes hacen que compitan por uno o mas recursos pudiendo desplazar a los individuos nativos ya adaptados al lugar.

Incremento del comercio de especies amenazadas por su valor.
Algunas especies y productos derivados de la naturaleza se encuentran entre los mas cotizados económicamente. La singularidad o rareza zoológica o botánica es directamente proporcional a su cotización en el mercado. Cuánto más rara es una especie, más valiosa es, y como un círculo vicioso, más se la persigue.

Problemas de sanidad.
Los especimenes, al no pasar ningún control veterinario, pueden ser portadores de numerosas enfermedades de difícil control y erradicación. Así ocurre con las cacatúas y los guacamayos que transmiten la psitacosis o con la salmonelosis de las tortugas. Pero no es sólo el hombre el afectado por las enfermedades. En agosto de 1987, entraron en España siete cebras enfermas procedentes de Namibia con destino al Safari-Park Aitana (Alicante). Esto produjo un brote de peste equina a nivel nacional que ha supuso la pérdida de gran parte de la cabaña equina española, con unas pérdidas económicas evaluadas en varios cientos de millones de pesetas. En el país de origen, algunas especies actúan como control de vectores, de forma que su eliminación puede conllevar un auge de las mismas.

Pérdida económica en los países de origen.
Los países exportadores de especies son pobres económicamente, pero ricos en biodiversidad. De este hecho se aprovechan los intermediarios, que son los que realmente sacan partido a este comercio. El intermediario se encuentra en una situación de impunidad por falta de control y sanción.

La perdida de biodiversidad es también un perdida económica, ya que dependen de su captura para la venta o de su consumo como alimento(como las iguanas en Latinoamérica.

En lo que se refiere a España, hay un importante mercado interior de pieles, primates y aves vivas. En los hogares españoles existen cerca de 60.000 reptiles y más de 100.000 aves exóticas. Somos uno de los 4 países junto Tailandia, Argentina e Indonesia, donde los traficantes encuentran más facilidades para actuar. Como ya hemos dicho anteriormente, el 30% del tráfico pasa por nuestras fronteras.
Dentro del contexto europeo, la riqueza faunística peninsular atrae a muchos furtivos, delincuentes y mafias en busca de osos, urogallos, linces, águilas imperiales, halcones peregrinos...Desde 1997 existe un reglamento mucho más estricto que incluye penas de cárcel de hasta 6 años para los traficantes. En los últimos años se ha avanzado considerablemente, mejorando la legislación nacional, el Código Penal y poniendo en escena el SEPRONA.

Y para los amantes de los números algunos datos: España ha triplicado sus importaciones legales desde 1996 y es uno de los mayores destinatarios de especies vivas y derivados. Cada año entran en nuestro país decenas de miles de iguanas, aves psitácidas, canarios de Mozambique, kilos de coral, y pieles de reptiles (varanos, serpientes, cocodrilos). Esto nutre una de las industrias manufactureras más reconocidas en todo el mundo. En trofeos procedentes de cacerías estamos también en los primeros puestos. En el 2003 los españoles mataron 145 elefantes africanos, 90 osos pardos, 65 leones y 64 leopardos.

Bueno, y para no seguir enrrollándome, todo esto se resume:

Problemas del CITES:
•Cada parte tiene 3 organismos diferentes de organización, lo que conllevan que muchas veces se eludan las responsabilidades.
•Falta de gente preparada o capacitada en los puntos aduaneros.
•Falta de centros de rescate. Hasta hace dos años no existía ninguno en España; ahora hay uno, el Exotarium.
•Documentos fácilmente falsificables.
•La pertenencia al Apéndice I de una especie eleva su precio en el mercado ilegal, siendo más vulnerable.
•Actualmente hay poca información sobre el estado de amenaza de muchas especies.
•El comercio de especies requiere la cooperación internacional, al traspasar fronteras, la cual es muchas veces insuficiente.
•Por si mismo no puede frenar el tráfico de especies, ya que sin una legislación nacional el comercio ilegal se hace más impune y menos arriesgado.
•La multa por carecer de certificados CITES que acredite que el individuo proviene de cría en cautividad es insignificante. Sólo el 5 % de las especies que importamos vienen de cría en cautividad.

Conclusiones:

•No fomentar la compra de especies que no provienen de criaderos especializados o no tienen papeles legales de internación al país.
•Dejar de ser demandantes de especies en peligro es la manera más efectiva de terminar con el tráfico de especies protegidas.
•Marcar y documentar individualmente a los ejemplares importados.
•Cuidar las especies endémicas de cada territorio, no aumentando la demanda, denunciando a traficantes al SEPRONA.
•Si el CITES tiene como objetivo la conservación de especies, deben restringir más las posibilidades de comercio.
•Hay que entender que el comercio regulado es la mejor posibilidad real de mantener las especies y los ecosistemas: Comercio Sustentable.
•La explotación del recurso natural ha de hacerse mediante planes organizados, evitando el tráfico ilegal y la pérdida de la especie.
•Realizar campañas informativas de difusión y divulgación del CITES al público en general.



Y que estas escenas no se repitan nunca...

Saludos

Evolución



La evolución de las especies es el tema más apasionante de todos para aquel que le guste la biología. Se ha dicho que nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución. Pero además, la evolución es un tema popular, un tema que interesa a todo el mundo, porque tiene que ver con nuestro origen y con el significado de nuestra existencia.
El término evolución significa cambio, cambio en la forma y comportamiento de los organismos a medida que se suceden las generaciones. Además, el concepto actual de evolución implica que dicha evolución se ha producido a partir de un origen común, de modo que la actual diversidad de especies se ha generado por sucesivas divisiones de las "ramas" del árbol de la vida hasta llegar a un único y remoto antepasado común de todas las formas vivas actuales.

Como punto de partida, podemos preguntarnos qué características definen a los seres vivos. A un nivel elemental, las dos propiedades "extrañas" que permiten distinguir a un ser vivo de un objeto inanimado son la capacidad de reproducirse dando lugar a otros organismos semejantes a él, y la posesión de estructuras teleonómicas, es decir, que tienen una finalidad, en el sentido de que desempeñan una función. La segunda propiedad la comparten con los objetos artificiales diseñados por el hombre: de modo análogo a como un micrófono sirve para amplificar la voz, el ala o el pico de un ave sirven, respectivamente, para volar y para manipular el alimento. Sin embargo, los objetos artificiales no son capaces de reproducirse, a diferencia de los seres vivos. Es la conjunción de las dos propiedades la que define a los organismos como tales. Cualquier teoría científica que intente explicar la diversidad de la vida tendrá que dar cuenta de estas dos propiedades fundamentales.

Nos reproducimos a través de los genes, y podemos entender que un gen, desde el punto de vista molecular, no es sino la secuencia de bases del ADN que codifica para una proteína determinada. En la síntesis de una proteína, los aminoácidos especificados por el gen correspondiente van siendo añadidos uno por uno a la cadena en crecimiento. La función de los genes, por tanto, es codificar para el montaje de proteínas, y, por extensión, permitir al óvulo fecundado desarrollarse en un cuerpo adulto. Además, una implicación fundamental del mecanismo descrito es que la información genética fluye únicamente en una dirección, del ADN hacia las proteínas, y no al revés. Esta afirmación se conoce con el nombre de dogma central de la biología molecular y significa, entre otras cosas, que las características adquiridas por el organismo a lo largo de su vida adulta no son heredadas por sus descendientes, ya que no existe ningún modo de que los logros alcanzados por las proteínas del adulto fluyan contracorriente, alcancen a los genes y lleguen a modificar la estructura química del ADN. Dicho de otro modo: el dogma central de la biología molecular supone la refutación definitiva de las teorías de Lamarck, quien postulaba que los caracteres adquiridos por el uso o el desuso podían heredarse. De hecho, no es así, y por más que una jirafa pretenda - e incluso logre - alargar su cuello para alcanzar ramas cada vez más altas, nunca conseguirá que el alargamiento en cuestión sea transmitido a sus descendientes.

Pero si de una parte el mecanismo de replicación del ADN se limita a producir copias idénticas al molde original, y, de otra, los cambios desarrollados por el adulto no se transmiten a su descendencia, ¿cómo puede tener lugar la evolución, que significa, por definición, cambio en el tiempo? La respuesta es que ocasionalmente se producen mutaciones, es decir, cambios en la composición química del ADN antes de que tenga lugar su traducción en proteínas. Es importante tener en cuenta que las mutaciones no están relacionadas con, ni son causadas por, las exigencias que el ambiente impone al organismo. Dicho de otro modo: un individuo mutante no tiene más probabilidad de aparecer en un ambiente en el que su mutación resultaría ventajosa que en otro ambiente en el que, por el contrario, su mutación resultaría perjudicial. Las mutaciones simplemente acontecen, y sólo una vez ocurridas resultan beneficiosas, perjudiciales, o neutras.

Llegamos así a la aportación realmente original de Darwin, que es el mecanismo que postula como principal motor del cambio evolutivo en el título de su obra principal, "El Origen de las especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida". Darwin observó que las especies contenían variabilidad y que las distintas variantes diferían en su capacidad para hacer frente a lo que el denominó "la lucha por la vida", o sea, la competencia entre individuos planteada por el hecho de que los organismos tienden a reproducirse muy por encima de los niveles de población que caben en el ambiente. En realidad, el concepto de selección natural, tal y como lo entendemos hoy, tiene estructura lógica de silogismo, con tres premisas de las que se sigue necesariamente una conclusión. Así, si un carácter es heredable (primera premisa), muestra variabilidad entre los individuos de una población (segunda premisa) y, además, las distintas variantes difieren en su eficacia biológica, definida como el número de descendientes que son capaces de producir a lo largo de toda su vida (tercera premisa), entonces habrá un efecto generacional predecible: los individuos con la variante más eficaz dejarán mayor número de descendientes, y su frecuencia aumentará en la siguiente generación.

Otra cuestión es que conviene dar una definición, aunque sea aproximada, de qué es una especie. Para nuestros propósitos, basta con admitir que las especies se caracterizan por dos propiedades básicas: el aislamiento reproductivo y la semejanza morfológica. Sin entrar en detalles, para demostrar que una especie puede transformarse en otra habrá que probar que las poblaciones pueden dar lugar a descendientes que no se parecen a sus antepasados y que estos descendientes "no semejantes" pueden llegar a ser incapaces de cruzarse con individuos parecidos a sus antepasados. Pues bien, aunque la evolución es demasiado lenta para poder ser observada en el tiempo de que disponemos como seres humanos, existen poblaciones cuya morfología ha cambiado de manera observable. Las variaciones clinales dentro de algunas especies, especialmente los llamados círculos de razas, aportan nuevos datos en favor de la mutabilidad: las gaviotas sombría (Larus fuscus) y argéntea (Larus argentatus), por ejemplo, son perfectamente distinguibles en Europa noroccidental, donde apenas existen híbridos, pero a lo largo de las costas que rodean el Océano Ártico tiene lugar una sucesión de razas con una modificación tan paulatina de sus caracteres (tamaño, coloración del dorso y de las patas) que la barrera de separación entre ambas especies termina por resultar arbitraria. De hecho, la distribución observada es interpretable como un gradiente de subespecies que llega a cerrarse en círculo: en el punto donde coinciden los extremos las dos formas son "buenas" especies, pero a lo largo del círculo se produce una transformación gradual entre ambas.

Ahora bien, la teoría de la evolución requiere que se demuestre no sólo la mutabilidad de las especies sino también su origen común, ya que tanto el transformismo como el evolucionismo admiten que las especies cambian en el tiempo. Las evidencias más obvias en favor del origen común proceden de las similitudes entre especies, que pueden ser de dos tipos. En primer lugar, aquellas que podemos atribuir al desempeño de una misma función, como por ejemplo la forma ahusada e hidrodinámica de los cachalotes, focas, pingüinos y truchas, que representa el tipo de estructura requerido para desplazarse eficazmente por el agua. Pero además de estas similitudes que podríamos denominar funcionales, existen otras que no resultan tan fáciles de explicar en términos de adaptación al ambiente. Un ejemplo clásico es el de la estructura de las extremidades de los vertebrados cuadrúpedos. Así, los miembros anteriores de un hombre, un gato, una ballena o un murciélago tienen todos la misma estructura básica, a pesar de desempeñar funciones muy distintas.

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Miembro pentámero de vertebrados (Quiridio): un hombre, un gato, una ballena y un murciélago

La explicación evolutiva de estas semejanzas, innecesarias desde el punto de vista funcional, es bien sencilla: los cuadrúpedos tienen miembros semejantes porque los han heredado de un antepasado común que ya poseía esa estructura básica. Si los distintos linajes hubieran tenido orígenes distintos, no habría ninguna razón para que presentasen este tipo de homologías. A nivel molecular, las homologías alcanzan la máxima extensión posible, ya que abarcan a todas las formas vivas. El código genético, por ejemplo, es universalmente compartido por todos los organismos, y además la universalidad del código no puede explicarse por argumentos químicos de afinidad entre las bases del ADN y los aminoácidos de las proteínas. Dicho de otro modo: el código genético es igual de arbitrario que el lenguaje humano. ¿Por qué entonces todas las formas de vida comparten el mismo código? La mejor explicación es en términos de herencia común: el código debió fijarse en una fase muy temprana de la historia de la vida, y desde entonces se ha mantenido como una especie de "accidente congelado". Aunque la elección inicial debió ser contingente, una vez establecido el código su perpetuación quedó garantizada por la selección natural, ya que cualquier mutante que alterase la pauta de lectura equivocaría todas sus proteínas y sería incapaz de sobrevivir. Por fin, una última evidencia del origen común la constituye la demostración, desarrollada por Pasteur, de que la generación espontánea de vida es imposible bajo las condiciones físico-químicas imperantes en la Tierra desde hace por lo menos 2.000 millones de años. En consecuencia, el suministro contínuo de organismos inferiores requerido por las teorías transformistas no puede tener lugar. Así que, una vez confirmado el origen común de todas las formas vivas actuales, hay que contemplar la evolución, no como una simple hipótesis científica, sino como un hecho probado.

Hemos visto que la evolución por selección natural "explica" las adaptaciones exhibidas por los organismos vivos, es decir, da razón de la segunda propiedad fundamental que introducíamos al principio. Ahora bien, ¿es suficiente para explicar el origen de todas las adaptaciones, hasta el punto de funcionar como el equivalente en biología de la ley de gravitación universal en física newtoniana? Para responder a esta pregunta puede ser útil fijarnos en el concepto de preadaptación, partiendo, una vez más, de un ejemplo. Las suturas craneales de los mamíferos permiten la deformación del cráneo durante el tránsito por el canal del parto, y son imprescindibles para que el alumbramiento se produzca sin dañar a la cría. En este sentido, las suturas craneales y su tardía osificación constituyen una adaptación para el tránsito por el canal del parto. Ahora bien, ¿pueden haberse originado por selección natural para esta función? No, por la sencilla razón de que ya aparecen en los reptiles, antepasados de los mamíferos, quienes no necesitaban dichas suturas para salir del huevo. Y, sin embargo, las suturas son fundamentales para que los mamíferos puedan reproducirse. En este sentido, se dice que las suturas de los reptiles son una preadaptación para el tránsito por el canal del parto en los mamíferos. La distinción puede parecer semántica, pero es fundamental si se tiene en cuenta que, a nivel molecular, describe perfectamente lo que sucede en el origen mismo de cualquier novedad evolutiva. En efecto: una mutación favorable en el ADN, que, por definición, no puede ser inducida por la selección natural, es una preadaptación para la función que desempeñará la proteína mutada. Así que tanto a nivel de estructuras complejas, como sobre todo al nivel de los procesos químicos fundamentales que gobiernan la transmisión de la vida, la selección natural explica el desarrollo histórico de la evolución, pero no su origen.

Por ahora, podemos afirmar que la palabra contingencia es la que mejor describe lo que la ciencia tiene que decir acerca de la naturaleza última del proceso evolutivo. Puesto que la evolución depende tanto de las condiciones siempre variables impuestas por el ambiente como de la aparición de "novedades" en el patrimonio genético que no están relacionadas con, ni son causadas por, las exigencias ambientales, la forma y dirección de los cambios que tendrán lugar en el futuro son esencialmente impredecibles, hasta el punto de que la mejor comparación que puede establecerse es con la historia humana. La exquisita variedad de formas y funciones que observamos hoy en la naturaleza podrían haber sido muy distintas si determinados acontecimientos del pasado hubiesen sucedido de otra manera.


Pikaia

El mejor ejemplo de la naturaleza contingente de la evolución es el de los fósiles de Burgess Shale. Lo que estos fósiles sugieren, según la reinterpretación que han recibido en los últimos años, es que hace 530 millones de años había en los mares primitivos seres de formas extrañas y fantásticas, y que estos invertebrados mostraban más diversidad estructural que todos los tipos de animales que pueblan hoy los océanos del mundo. Es más, las pocas estirpes que sobrevivieron no son las que, aparentemente, resultaban en su tiempo más numerosas y eficaces, lo que ha dado lugar a que se hable de la "diezmación" de Burgess Shale, significando eliminación sin causa aparente de nueve de cada diez tipos presentes en los mares del Cámbrico. Entre los géneros que lograron sobrevivir se encuentra Pikaia, el primer cordado conocido, o, lo que es lo mismo, el primer ejemplar registrado del tipo de organización a que nosotros mismos pertenecemos. Citando literalmente a Stephen Jay Gould: "Sospecho, por la rareza de Pikaia en Burgess Shale y por la ausencia de cordados en otros yacimientos del Palozoico Inferior, que nuestro tipo no figuraba entre las grandes historias de éxito del Cámbrico, y que los cordados se enfrentaban a un delicado futuro en la época de Burgess Shale. Pikaia es el eslabón perdido y final en nuestro relato de contingencia, la conexión directa entre la diezmación de Burgess Shale y la eventual evolución humana... Rebobínese la cinta de la vida hasta los tiempos de Burgess Shale y hágase tocar de nuevo. Si Pikaia no sobrevive en la repetición, somos barridos de la historia futura: todos nosotros, desde el tiburón al petirrojo y al orangután. Y no creo que ningún pronosticador, si hubiera dispuesto de la evidencia de Burgess Shale como la conocemos hoy en día, hubiera concedido ventajas muy favorables a la persistencia de Pikaia. Y así, si se quiere formular la pregunta de todos los tiempos (¿por qué existen los seres humanos?), una parte de la respuesta, relacionada con aquellos aspectos del tema que la ciencia puede tratar de algún modo, debe ser «Porque Pikaia sobrevivió a la diezmación de Burgess Shale». Esta respuesta no menciona ni una sola ley de la naturaleza; no incorpora afirmación alguna sobre rutas evolutivas previsibles, ningún cálculo de probabilidades basado en reglas generales de anatomía o de ecología. La supervivencia de Pikaia fue una contingencia de la historia."

Para terminar, destacar dos tipos de indicios que son particularmente importantes. En primer lugar, la belleza y la racionalidad de los procesos que, sobre todo a nivel molecular, rigen la transmisión y conservación de la vida, expresada de forma sintética en la última frase de "El Origen de las Especies": "Hay grandeza en esta concepción de que la vida, con sus diversas formas, ha sido alentada por el Creador en un corto número de formas o en una sola, y que, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se están desarrollando infinidad de formas cada vez más bellas y portentosas". En segundo lugar, el carácter contingente, en el que hemos tenido ocasión de insistir, de los sucesivos episodios que han desembocado en nuestra propia evolución. Nadie como Monod argumenta la extrema improbabilidad del misterioso ser humano, hasta el punto de sostener que, dado su grado de improbabilidad, su evolución sólo puede haberse producido una vez. Pues bien, cuanto más improbable resulta nuestra entrada en escena, tanta más fuerza cobra la hipótesis de que, en el origen de cada una de las mutaciones aparentemente accidentales, y de cada una de las circunstancias supuestamente fortuitas que en su día permitieron la supervivencia de viejos amigos como Pikaia, no está la ciega casualidad que nos ha arrojado en el mar de la nada, sino una libertad, algo totalmente nuevo en un universo en el que sólo caben el azar y la necesidad.

Extracto de la charla de José A. Díaz, año 1997.

"El hombre ha estado aquí durante 250.000 años. El echo de que costara
4.500 millones de años preparar el mundo para el es prueba de que esto es
para lo que fue hecho. Supongo que así es. Si la torre Eiffel representara
ahora la edad del mundo, la capa de pintura en el botón del remate de su
cúspide representaría la parte que al hombre le corresponde de tal edad; y
cualquiera se daría cuenta de que la capa de pintura es la razón por la que
se construyó la torre. Pienso que se daría cuenta; no lo sé.”
Mark Twain.




Saludos a tod@s

14 agosto 2006

Al borde de la extinción

Una visión integral de la recuperación de fauna amenazada en España

Este es el enlace para descargarse el libro "Al borde de la extinción". Este libro culmina el proceso iniciado en el Seminario Internacional sobre Recuperación de Fauna Amenazada organizado en el mes de diciembre del año 2002 por la Consellería de Medio Ambiente (hoy Consellería de Territorio y Vivienda) de la Generalitat Valenciana y la Asociación Especies y Espacios Internacional. Muy recomendable, gratis y legal.

Saludos!

Enlace del libro "Al Borde de la Extinción": http://www.evren.es/html/presentacionlibro/

07 agosto 2006

Atropello de animales en las carreteras

No más animales atropellados






Anuncio de la televisión francesa ante los atropellos de fauna en carreteras. Para despertar conciencias...Buenísimo.