18 julio 2006

El espejo de la Isla de Pascua


“La famosa isla de Pascua o Rapa Nui, la isla de los moais, gigantescas y misteriosas estatuas de piedra con rostro humano levantadas frente al mar, ha sido presentada alguna vez como un pequeño espejo donde todos los habitantes del planeta deberíamos mirarnos y reflexionar. Razones hay para ello.

Pascua es una isla perdida en mitad del océano Pacífico. Está situada a más de tres mil kilómetros hacia el oeste de la costa de Chile, y a dos mil hacia el este de la isla más poblada más cercana, perteneciente al archipiélago de Pitcairn, que tampoco es nada del otro mundo. [...] Por buenas que sean las condiciones de visibilidad, desde lo alto del volcán Terevaka, la cumbre más alta de la isla, uno sólo puede ver el mar infinito a su alrededor. Tal vez por eso, los isleños llamaban también a su tierra Te Henua, el centro o el ombligo del mundo. Rapa Nui, Te Henua, apenas mide 118 kilómetros cuadrados, algo más que la isla de Formentera. Durante mucho tiempo se ignoró la existencia de Rapa Nui, aunque quizá desde el siglo V de nuestra era estaba poblada por los descendientes de un pequeño grupo de viajeros polinesios. No sabemos con exactitud de dónde habían partido aquellos intrépidos marinos. [...] Los primeros pascuenses estaban, por lo tanto, solos y tan lejos de todo como lo estaba su nueva patria, y dependían para vivir de los limitados recursos que ésta les proporcionaba y de la manera en que ellos supieran gestionarlos y administrarlos.

Los pobladores humanos originales encontraron una isla de Pascua salpicada de bosques y adornada por las colonias de cría de más de una veintena de especies de aves marians. Además, aquellos primeros viajeros (o, según algunas teorías, ellos y algunos otros, que llegaron poco después) transportaban en sus canoas, conscientemente, al menos gallinas, boniatos y tal vez caña de azúcar (sin querer introdujeron ratas asiáticas). Con aquellos recursos a su disposición, tenían más que suficiente para comenzar a crecer demográficamente, social y políticamente. Y lo hicieron. Llegaron a ser, probablemente, más de diez mil almas (veinte mil según otras estimaciones) y los seiscientos enormes monolitos de piedra con rostro humano, levantados frente al océano sobre unas no menos gigantescas plataformas o ahus, revelan bien a las claras tanto la existencia de una compleja organización social cono la de un importante entramado cultural y religioso y una enorme y cohesionada fuerza de trabajo. Sin embargo, lo estaban haciendo a costa de abusar de los recursos naturales, siguiendo un modelo de desarrollo que hoy llamaríamos insostenible.

Cortaban los árboles para fabricar barcas con las que pescar, para hacer casas, para usar la madera como combustible y también, sin duda, para emplear los troncos como rodillos sobre los que arrastrar los enormes moais, de más de 20 toneladas de peso, y transportarlos de las canteras a la costa. Sobrexplotaban las colonias de aves marinas, hasta el extremo de que Rapa Nui ha conservado solamente tres de la veintena de especies que anidaban allí originalmente. Uno puede imaginarse a algunos habitantes del “ombligo del mundo”, encerrados en su pequeña parcela, muy preocupados por lo que podría ocurrir cuando no quedaran árboles, cuando ya no hubiera pájaros. Pero su preocupación, que sin duda existió, no fue suficiente para evitar que el temido agotamiento de los recursos sobreviniera. Una vez que Rapa Nui fue deforestada, no pudieron fabricarse nuevos botes de pesca, se acabó el transporte de moais, terminaron las casas de madera...

Como consecuencia de todo ello, allá por el siglo XVI, la sociedad y la cultura pascuenses comenzaron a colapsarse. La organización y cohesión anteriores dieron paso a una creciente tribalización, y las guerras por los escasos recursos entre los distintos clanes (los Orejas largas y los Orejas cortas, que acabarían imponiéndose) se hicieron inevitables. Cuando los europeos llegaron por primera vez a la ya desarbolada isla, el domingo de Pascua de 1722, se encontraron con unas gentes tranquilas que vivían del cultivo intensivo de sus huertos, y también, un poquito, de los escasos recursos que proporcionaba el mar. Los holandeses supieron de las sangrientas batallas, así como de muchos moais derribados en las guerras territoriales entre clanes. La siguiente expedición, española, arribó en 1770. Muchos isleños, por entonces, vivían en cuevas y estaban desnudos. El famoso capitán Cook llegó cuatro años más tarde, y descubrió, atónito, unos cientos o tal vez unos pocos millares de escuálidos indígenas que peleaban entre sí continuamente y eran caníbales, quizá porque necesitaban proteínas para sobrevivir. Su desculturización era tan grande que ni uno solo de entre ellos supo explicar qué significaban los moais, quién los había erigido o cómo habían podido hacerlo.

La interpretación más razonable, de las escasas observaciones sobre la sociedad pascuense llevadas a cabo a lo largo del siglo XVIII es que Rapa Nui estaba envuelta, desde algún tiempo atrás, en una crisis de escasez de recursos de la que no podía escapar sin episodios periódicos de lucha, muertes, canibalismo y hambrunas. Se había llegado demasiado lejos en los índices de población y consumo y la isla no producía lo suficiente.

Resulta difícil evitar la comparación entre Rapa Nui y nuestro planeta Tierra. A modo de pascuenses, los habitantes del mundo estamos encerrados en una pequeña isla perdida en el firmamento, lejos de todo. Como ellos, hemos pensado durante siglos que la Tierra, nuestra isla, era Te Henua, el centro, el ombligo del universo. También, como debieron imaginar ellos durante siglos, hemos considerado a lo largo de milenios que nuestro destino era dominar la ubérrima naturaleza, someterla y usarla. Como sin duda les ocurrió a los isleños más tarde, hemos llegado a darnos cuenta, lo estamos haciendo hoy, de que se acaban los bosques, se agotan los mares, se extinguen las especies. Tal como debieron plantearse los indígenas de Rapa Nui, nos preguntamos, en el siglo XXI, que pasará cuando los recursos se acaben, igual que ellos, esperamos tal vez un milagro, cualquier milagro, en lugar de reaccionar. Pero el milagro, que no ocurrió en su momento en Rapa Nui, probablemente tampoco ocurrirá ahora en la isla Tierra. Es el momento, pues, de tomarnos el problema en serio y actuar en consecuencia.”

Del gran libro “Vida. La naturaleza en peligro” de Miguel Delibes de Castro. Es un libro que todos deberíamos leer, tener y pasar a nuestros conocidos.
Una maravilla.

Saludos!

1 comentario:

Cabañas Isla de Pascua alojamiento en Rapa Nui dijo...

Hola Amigo, supongo que tomaste algun tour del kiakoe o de alguna empresa de turismo de la isla, la realidad es diferente a lo que pretendes informar, tienes que abrir tus ojos a lo que realmente ocurrió en la isla i no mantenerte con lo que te mostrtó Kevin Costner en su película, caso también que les ocurre a los guías de turismo que ven la película creen que vieron la realidad de lo que sucedió, nosotros sabemos bién de donde venimos, vinimos de Hiva, de un lugar llamado Marae Rega, luego de una predicción de 10 reies( sorri tengo la tecla ie mala) anteriores en el que se anunciaba el cataclismo de nuestra tierra natal, "Pua Arahoa" editada hace unas semanas sería un libro que te recomendaría, pero sobre todo ir a las familias rapanui a consultar no tomar en un 100% los libros de personas que vinieron vivieron en un hotel por mientras que escribían encerrados en sus habitaciones la "realidad" de las cosas, en la isla no ha evidencia genética ni oral de haber existido bosque alguno por qué crees que no ha construcciones de madera, son solo de piedras, además sería impensable mover un moai de 20 toneladas con troncos...???. muchas cosas que difiero contigo, no estabamos solos, el contacto con nuestras otras tierras de origen se mantuvo por siempre, antes de que Cristobal Colón comprobara Marco Polo corroboraran i "asombraran" al mundo de su gran descubrimiento nosotros los polinésicos a lo sabíamos lo practicabamos con siglos de anticipación.....
Ojala tengas la oportunidad de venir nuevamente, te dejo mi contacto para aclarar dudas, lo siento es que esto mui motivaduo por lo que pareciera ser que ha una especie de resentimiento, pero no es así solo esto emocionado con las ganas de que la verdad sea lo más importante.

Gracias

Pok Tane HAOA

hakarere@gmail.com